...
Augusto abrió el paraguas por fin y se quedó un momento pensando:
«y ahora, ¿hacia dónde voy?, ¿tiro a la derecha o a la
izquierda?» Porque Augusto no era un caminante, sino un paseante de
la vida. «Esperaré a que pase un perro ––se dijo–– y tomaré
la dirección inicial que él tome.»
En
esto pasó por la calle no un perro, sino una garrida moza, y tras de
sus ojos se fue, como imantado y sin darse de ello cuenta, Augusto.
Y
así una calle y otra y otra.
«Pero
aquel chiquillo ––iba diciéndose Augusto, que más bien que
pensaba hablaba consigo mismo––,
¿qué
hará allí, tirado de bruces en el suelo? ¡Contemplar a alguna
hormiga, de seguro! ¡La hormiga, ¡bah!, uno de los animales más
hipócritas! Apenas hace sino pasearse y hacernos creer que trabaja.
Es como ese gandul que va ahí, a paso de carga, codeando a todos
aquellos con quienes se cruza, y no me cabe duda de que no tiene nada
que hacer. ¡Qué ha de tener que hacer, hombre, qué ha de tener que
hacer! Es un vago, un vago como... ¡No, yo no soy un vago! Mi
imaginación no descansa. Los vagos son ellos, los que dicen que
trabajan y no hacen sino aturdirse y ahogar el pensamiento.
Y
se detuvo a la puerta de una casa donde había entrado la garrida
moza que le llevara imantado tras de sus ojos. Y entonces se dio
cuenta Augusto de que la había venido siguiendo. La portera de la
casa le miraba con ojillos maliciosos, y aquella mirada le sugirió a
Augusto lo que entonces debía hacer. «Esta portera espera ––se
dijo–– que le pregunte por el nombre y circunstancias de esta
señorita a que he venido siguiendo y, ciertamente, esto es lo que
procede ahora.
––Dígame,
buena mujer ––interpeló a la portera sin sacar el índice y el
pulgar del bolsillo––, ¿podría decirme aquí, en confianza ,
el
nombre de esta señorita que acaba de entrar?
––Eso
no es ningún secreto ni nada malo, caballero.
––Por
lo mismo.
––Pues
se llama doña Eugenia Domingo del Arco.
––¿Domingo?
Será Dominga...
––No,
señor, Domingo; Domingo es su primer apellido.
––Pues
cuando se trata de mujeres, ese apellido debía cambiarse en Dominga.
Y si no, ¿dónde está la concordancia?
––No
la conozco, señor.
––Y
dígame... dígame... ––sin sacar los dedos del bolsillo––,
¿cómo es que sale así sola? ¿Es soltera o casada? ¿Tiene padres?
––Es
soltera y huérfana. Vive con unos tíos...
––¿Paternos
o maternos?
––Sólo
sé que son tíos.
––Basta
y aun sobra.
––Se
dedica a dar lecciones de piano.
NIEBLA.
Miguel de Unamuno.
Actividades.
1-Hacer la estructura (Planteamiento, nudo y desenlace) o las partes que tenga y decir las que no tiene.
2-Analizar los personajes.
3- Lugar o lugares donde se desarrollan las acciones.
4- Diferencia entre caminante y paseante de la vida.
5- Vocabulario. Escoge cinco palabras y escribe su significado.
6- Escribe cinco datos sobre Miguel de Unamuno.
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