SIERRA LADRONA




Sierra Ladrona es un conjunto de montañas que guarda una cueva secreta. Esta Sierra se llama así porque vivió en ella un famoso bandido llamado "El ogro de las palabras", por su afición a robar palabras a los viajeros que pasaban por allí. Asaltaba a la gente que iba por los caminos, diciéndole:
-"Si no me dais las palabras que lleváis en la boca, os quito la vida".
Y como los caminantes no querían morir, entregaban sus palabras al bandido, quedándose mudos, mientras él huía a toda prisa, montado en su caballo, llamado tilde, por una mancha marrón que caía sobre su piel blanca.
El bandido subía trotando por las laderas de la montaña hasta alcanzar la estrecha boca de la cueva, y desaparecía como si se le hubiera tragado la tierra.
Cierto día, un huracán muy fuerte e inteligente, llamado Hache, se disfrazó de caballero, con capa y sombrero, y se dirigió a Sierra Ladrona. Pronto, el bandido, le asaltó y le dijo:
_"Si no me das las palabras que llevas en la boca te quito la vida".
Y él contestó:
_"Te doy las palabras".
Pero al quitarse la capa y descubrir su rostro, el bandido vio con espanto que ese viajero no era normal y corriente, sino un viento disfrazado de caballero. Tilde, se dio tal susto que se espantó tirando al ogro de las palabras al suelo, y salió galopando lo más rápido que pudieron sus patas. El ogro, tirado en el suelo, fue envuelto y arrastrado por el huracán Hache, que debió llevarlo tan lejos, tan lejos, que nadie, nunca volvió a verlo.
Unos dicen que lo tiró al río, otros que le convirtió en un gran pino de la montaña, y mi padre, que es quien me contaba esta leyenda, creía que las personas para vivir, necesitaban alimentarse de sueños.


ACTIVIDAD


Escribe o inventa una leyenda y me la envías. Espero...

mayo 11, 2020

2-
 Lo malo es que yo no debía estar soñando, pues desde que me desperté, después de abrir la ventana y desmayarme cuando el viento me arrastraba a la calle a pesar de sujetarme lo más fuerte que pude a la barandilla del balcón de mi casa, ya me había frotado los ojos varias veces, y también me pellizqué un poco en el brazo, para ver si era verdad o no lo que me estaba sucediendo. ¿Sería lo mismo que le pasó al bandido de las palabras?
-¡Pumba, pellizco! ¡Ay, qué daño!
Pues debía ser cierto que no soñaba. ¿Me habría convertido en un pino? Creo que no, porque me observé los brazos y no se parecían a las ramas de un pino ni tampoco me había crecido ninguna hoja verde. Entonces, ¿Estaría secuestrada por el huracán Hache en la cueva que perteneció al ogro de las palabras, en Sierra Ladrona?
Si esto era así, había una cosa que no me encajaba. Mi padre, que para mí ya era viejo, me contaba esta historia como si fuera muy antigua, así que el huracán Hache tendría que haberse muerto hace mucho tiempo. Quizás fuera un hijo suyo quien me hubiera raptado, o un nieto, o un tataranieto ¿O los huracanes no se mueren? ¿O no tienen hijos?
-Socorrooo…- grité desesperada desde la cama donde estaba metida.
Y el eco me imitó acto seguido, diciendo: -Socorrooo, socorrooo…
-Mamáaa… -grité después.
-Mamáaa… -repitió el eco.


A pesar de nuestros gritos ni mi madre ni la del eco aparecieron por ningún lado, así que no tuvimos más remedio que callarnos y estarnos quietos en la cama. ¡Qué bien se está en la cama! ¿Quién la habría inventado? Decidí darle un aplauso al inventor.
-¡Plas, plas, plas…!
-¡Plas, plas, plas…! -aplaudió el eco.
Después me arropé bien con la manta, que por cierto, el ocupa seguía con la manía de tirar de ella y dejarme a mí desarropada, y le dije como suele decirme a mí mi madre antes de castigarme: "-Dame la manta que no está el horno para bollos", que es una especie de aviso, que te indica que dejes de hacer lo que estás haciendo o dejes de preguntar lo que estás preguntando porque te la vas a ganar.
Intenté dormirme otro poco pero no había manera, porque no sabía cómo colocar los brazos para que no me molestaran. Si juntaba las manos y las ponía debajo de la cara, se me clavaban los dedos y me hacía daño. Si colocaba los brazos hacia arriba, no estaba a gusto. Si me ponía boca abajo, tampoco. ¿Me estarían brotando hojas? Busqué un interruptor de luz y lo encendí para aclararme un poco.
Todo era un poco raro aunque mis brazos estaban como siempre, pero ese lugar más que un dormitorio parecía un trastero. Las paredes estaban repletas de estanterías con cajas de cartón con rótulos, parecidas a esas donde mi madre guarda la ropa de invierno o de verano, según la temporada. Otra tontería de mi madre porque yo me pongo la misma ropa todo el año, pero ella se empeña en llevarme la contraria y así aprovechamos para discutir. Aunque la verdad es que discutimos por casi todo.
-¿Vas a salir así con el frío que hace? Me dice ella.
-Pues abrígate tú, que eres la que tienes frío-le contesto yo.
-¿Te parecen contestaciones para una madre?- me dice ella.
-¿Te parecen preguntas para una hija? -le digo yo.
-Como sigas así te vas a quedar sin salir este fin de semana. Grita ella.
-Paso- grito yo.
-De pasar nada, guapa, ¿pero tú qué te has creído?
Entonces doy un portazo que retumba la casa y me voy corriendo a clase.
Cogí una caja muy grande que ponía: Palabras comodín, y como me picó la curiosidad la abrí y salieron disparadas flotando en el aire como globos, unas cuantas palabras:

PONER

TENER   DAR

HACER DECIR

    HABER

¡Qué guay, pensé, a lo mejor podía explotarlas con el culo! Pero de repente oí unos pasos arrastrándose torpemente por el suelo de la cueva, y corriendo dejé las palabras y me abracé al ocupa. Los pasos se iban acercando peligrosamente a nuestra habitación...
ACTIVIDADES
1- Leer el texto.
2-Di el significado de: "No está el horno para bollos", y "te la vas a ganar".
3- Escribe dos frases hechas más que tú sepas.
4- ¿Qué crees que son las palabras comodín?
5- Copia estas palabras comodín y haz una oración simple con cada una de ellas. (Es decir, que sólo tenga un verbo cada oración).
6- Analiza dos de las oraciones que has hecho.
Espero vuestras respuestas...